Esta obra me recuerda, todos los días, lo que significó en mi vida haber pasado el "síndrome del mal de desembarco" .
Una sensación de mareo de tierra todo el tiempo, siguiendo el movimiento del agua, con sus mareas altas y bajas.
Mareas que me acercaron a puertos nuevos y aprendizajes.
Nuevos viajes.
Nuevos rumbos.
Puertas que se cerraron y otras que abrieron.
Oportunidades.
Siempre con la vista puesta en el horizonte.
Aceptando.
Al inicio de esta enfermedad, el síndrome me envió esta carta:
Fui yo.
Te llevé.
Te hice navegar los mares mas lindos. Recorrimos juntos lugares que habías decidido no guardártelos para vos sola.
Esta vez querías disfrutarlos con tu prole. Y así lo hiciste, cada instante y en cada rincón.
Me elegiste con la misma alegría que la que se tiene ante un tesoro encontrado.
Con vos me sentía confiado como nunca me había pasado.
Seguro de que lograría transformar el recorrido que habías seleccionado en una travesía inolvidable.
Y para eso nos crearon. Navegar los inmensos mares y darles a los pasajeros, un viaje único e irrepetible.
Fue en aquel abril que embarcaste, cargada de hijos, marido, valijas y un millón de ilusiones y ansiedades.
Me acuerdo bien. Te recostaste en la reposera blanca y sonreíste con una mueca de plenitud.
No olvidaré jamás esa imagen.
Supe que eras feliz.
Así pasaron los días en que me sentí artífice de tus emociones, artífice en tu vida. Y me gustó.
Me gustaste.
Me enamoraste.
Pensé mucho cómo hacer para que no te bajaras.
Quería seguir siendo tu protagonista.
Tu alegría y tu desborde de emociones me reconfortaban.
Pensé en cambiar el rumbo y no volver al continente.
Hasta pensé en la loca idea de provocar un accidente y así lograr que te quedaras conmigo para siempre, tal vez en el fondo del mar.
Algo en vos me atrapó, como solo lo hacen los amores fulminantes.
Decidí que serías mía.
Asi que ideé el plan perfecto: te bloquearía el cerebro.
Una vez, muchos años atrás, en el puerto de Creta, un barco amigo me enseñó unas brujerías que podría usar el día en que algún pasajero me enamorara. Me entregó un frasco con pócimas y me dijo: "el día que necesites quedar en la vida de alguien, solo debes rociar con ésto a la persona deseada y quedarás dentro de su cerebro por siempre"
"Nunca te olvidará" agregó.
Y así fue.
Nunca más me dejaste. Nunca más te dejé.
Quedé dentro tuyo, acunándote en tu cerebro.
Haciéndote mía.
Balanceándote de un lado para el otro, perdiendo la estabilidad, agotándote hasta caer rendida varias veces por día, como si navegaras las peores tormentas que pudieran existir.
Serías mía siempre.
No te sería facil dejarme.
Pero esta mañana te miré directo a los ojos, y llegué a tu corazón.
Ya no sos la misma que subió a mí, aquel abril.
Te siento rara, en algunos momentos casi feliz y con el corazón henchido de una paz triste.
Sé que sigo dentro tuyo, pero no me gusta ese dolor que vive en vos por la nostalgia de todo lo perdido, y por lo que te cuesta el día a día.
Te escuché varias veces decir que nunca más en tu vida te volverás a subir a un barco.
Sé, también, que los viajes largos de auto y de avión, te quitan la sonrisa.
Justo a vos, que tu risa grande y ruidosa te llena el alma.
Y hasta me enteré que estás pensando en abandonar una de las cosas que mas te gustan en tu vida, que es viajar.
Y no puedo hacerte esto...
No debo...
Te amo, pero debo dejarte ir....
Veré si lo encuentro a mi amigo y le pido la receta para revertir lo que aquel día te hice.
Solo te pido que me tengas paciencia.....
Un poco más...sé que ya has tenido bastante.
Duele mucho dejarte ir.
Pero mucho mas me duele, verte así.
Te amaré por siempre, adorada mía
pero ya te dejaré ir......
Y desembarcarás al fin.
MddS
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